EL DESIERTO QUE LLORA
Cuando preguntas a la gente de qué color es el mar o cómo
es el desierto y nada más saben que responderte que el mar es azul y el
desierto una masa de arena inmóvil, no te preocupes.
Yo tardé 23 años de mi vida en encontrar alguien que me enseñara
a ver, que el mar tiene muchos colores y el desierto no para de moverse.
Todo ocurrió cuando transitando por el desierto del Sahara, percibí
de pronto un rumor como de hombre que pena y gime.
—¿Será —me dije— el rumor del viento que resbala sobre la arena?
Entonces pregunté al árabe que me servía de guía:
—¿No oyes ese rumor que parece el gemido de un hombre en pena?
---Sí, lo oigo
—Y ¿sabes qué podría ser esto?
---Sí, lo oigo
—Y ¿sabes qué podría ser esto?
—Es el desierto que llora
—¡Cómo¡ ¿El desierto que llora?
—Sí, todas las noches a esta hora, el desierto llora y se
lamenta, porque quiere ser pradera.
Nunca llueve a gusto de todos, amigo Artur! Aunque tal vez si fuese pradera no lloraría...
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