Fbro
2015
LA GRAN SORPRESA
Su trabajo perdido y aislado en pena selva
amazónica, empezaba a almacenarse en su memoria. Aquella casa de palma cónica
que ellos llamaban el isode. Los interminables rituales. Su guía, aquel chamán
de nombre complicado Yähui-märi, de difícil olvido cuando supo que quiere decir
el espíritu del tigre. Las interminables fiestas de aquella tribu los Piaroas.
El ritmo repetitivo de sus músicas. La sencillez de sus costumbres. Las lecciones
de vida aprendidas. Todo tan diferente del mundo de dónde él venía.
Había llegado el momento de incorporarse a su vida, su
universidad, sus conferencias, el mundanal ruido de su ciudad europea.
En esos dos años de asilamiento nada sabía de Julia, pero no por
ello dejó de visitarla cada día en sus ensoñaciones. Su nuevo encuentro sería
una sorpresa. Estaba seguro que lo súbito incrementaba potencialmente el
sentimiento, tanto para lo bueno como para lo malo. Al menos eso había
aprendido de los Piaoras, por eso no dijo nada de su regreso.
Llevaría un regalo, algo así como un testimonio de que ni
siquiera la distancia había sido el mínimo olvido, contrariando la letra de
la canción del compositor Orozco.
Una cajita de madera Mara-caoba en cuya tapa incorpora la
escultura de un delfín rosa hecho con madera de Curupau. Su interior con tres
compartimentos, uno para una peineta, otro para un peine hechos de Bejuco y un
tercero para una pinza de pelo confeccionada con látex de Siringa.
Si algo cuidaba Julia era su pelo, una melena rubia que
iluminaba su cara. Cada noche pasaba rato alisando sus mechones hasta dejarlos
con una suavidad esponjosa que tentaban su caricia.
Llegó a la ciudad pasada la tarde, todavía arrastraba el
cansancio del largo viaje de vuelta, pero el esfuerzo había valido la pena,
seguro que ella se sentiría doblemente amada por el sorpresivo reencuentro.
Llegó delante de aquella puerta que pronto sería la de la casa
de ambos, llamó al timbre discretamente, como si fuera el cartero. Su mano
acariciaba en su bolsillo el regalo, esa caja para el peinado; original y
sorpresiva.
De golpe el umbral se iluminó atravesado por la luz del
interior, Julia se echó a sus brazos en un cálido abrazo.
Enseguida notó que llevaba su cabeza cubierta por un pañuelo, y
al pasar la palma de su mano por el cogote para atraerla hacia sí y besarla en
los labios, supo que estaba sin pelo. Aquella hermosa y espléndida cabellera
había desaparecido, como desaparece el agua vertida sobre la arena.
Una vez entraron se fijó encima de la mesa del recibidor dos cajas de pastillas, él conocía
perfectamente ese medicamento compuesto de nirtrosoureas, utilizado para la
quimioterapia.
Intentó amortiguar los sonidos del tambor que se había instalado
en su corazón, tiempo habría para hablar. Se metió la mano en el bolsillo del
abrigo y volvió a acariciar aquel regalo que nunca nadie recibiría, mientras en
sus oídos se instalaba un eco lejano de los tambores de los Piaoras.