sábado, 8 de febrero de 2014

LA NOCHE ANTERIOR

                                   
                                       

                             LA NOCHE ANTERIOR

           

                                                          1

   La noche estaba serena, iluminada por el resplandor de la luz de la ciudad, que rebotaba en las nubes produciendo una luminosidad que difuminaba un tono rosa de manera que no se podía decir que era una noche cerrada.
   La impaciencia por haber llegado el momento de verla nuevamente, de tenerla entre sus brazos no le dejaba conciliar el sueño, como si se hubiera tomado varias tazas de café.
   No sólo estaba contento porque sus ensoñaciones posiblemente se podrían hacer realidad en los próximos días, sino porque notaba como aquella chica de semblante triste había recuperado las ganas de vivir la vida, de masticarla, saborearla. Posiblemente empezaba a dejar atrás ese pasado que cubría su corazón, como un ancla fondea el barco y no lo deja navegar, notando pasar el agua por su casco pero sin poderse mover y solamente viendo pasar la vida.
  Seguramente ahora empezaba a dejar de ser mera espectadora, para ser protagonista de su propia vivencia.

                                                                          2

   Soñaba que estaban los dos tumbados en la cama, solamente se oía el ruido del ventilador, que giraba como mudo testigo de aquel acto de amor. El día estaba nublado no daban ganas de salir.

   —¿Cómo te encuentras? —preguntó él mientras le acariciaba tiernamente los desnudos hombros.
   Ella permanecía callada, posiblemente su cerebro navegaba por un mar de dudas.
   —Estoy bien... pero no sé... demasiado bien, mi amor —contestó con voz un tanto rota.
   —¿Qué es lo que no sabes? ¿Quizás piensas que no debemos estar así? O quizás creas que hacemos algo mal. Mi amor; dejemos que por unos momentos nuestros corazones puedan expresar libremente lo que desean.
   —Sí, pero es qué... no sé... ya sabes, están los demás...
   —Crees que todo es muy difícil... ¿no es cierto?
   Ella se acurrucó, juntó los labios a los de él y le depositó un beso, suave, tierno, con sabor a miel. Le miró a los ojos y le dijo:
   —¿Tú me quieres?
   —Claro que sí, tú bien lo sabes, y me esfuerzo y continuare haciéndolo para poder devolverte todo el amor que recibo de ti. Eres una mujer muy especial y todo en ti respira cariño y entrega. —Dobló su brazo y la atrajo hacía él, sus cuerpos estaban juntos, la piel con la piel formando una sola cosa. La besó apasionadamente, mientras le decía suavemente en su oreja:
   —No tengas miedo, así estamos bien, sólo deseo notarte cerca de mí, quiero que veas cómo vibro con tus tiernas caricias, nada más que eso.
   —Apriétame fuerte deseo notarte cerca, no quisiera que este momento nadie nos lo pueda romper.
   —Nadie ni nada nos lo romperá y siempre lo tendremos para nosotros, pase lo que pase esto ya nadie nos lo arrebatará. Gracias mi amor por todo lo que me has dado.

                                                                           3

   Por la ventana entró una claridad, el día se había abierto y el sol se abría paso entre las nubes, como queriendo anunciar su presencia. Un rayo que atravesaban la habitación iluminaba las motas de polvo, como si hubiera pasado Campanilla dejando su rastro dorado de estrellas tras Peter Pan.

   Ella se quedó mirando la luz, estaba contenta sabía que el ancla de su barco había empezado a soltarse, y ya podría empezar a navegar, llenando sus pulmones de la brisa de pura vida.