A Séneca también le gusta
follar
Era un día de agosto, de esos que se busca una terraza donde
pase un poco el aire. Pero como teníamos hambre decidimos entrar y pedir
que nos pusieran el aire acondicionado.
En eso, llegó el Séneca como de costumbre tarde y con su andar pausado.
Iba como siempre, con sus gafas de sol colgadas del cuello de su
camiseta negra.
Remarco lo del negro porque me temo que es su color favorito a
juzgar por su vestuario habitual, pantalón negro, camiseta del mismo color como
ya dije, y por encima camisa azul puesta sin embozar, de manga larga,
desabrochada y arremangada dejando las muñecas al aire. En la muñeca derecha su
reloj y en la mano izquierda sujetando el móvil obscuro, decorado con el escudo
del Real Madrid, plateado destacando sobre ese fondo bruno.
Sin embargo no todo es lógrebo, desde aquel día que le sorprendió
una gran nevada que le pintó el pelo de blanco nieve. Y según explica, con
mucho orgullo, decidió no sacudirse nunca esa blancura, como venganza a la
tormenta. Desde entonces luce con dignidad esa albura craneal.
Pero si después de lo dicho pensáis que es un tipo de aquellos
que sólo para ellos, existe el blanco o negro ignorando los grises, os
equivocáis.
En la peña de los días veneris, muchas veces le tentamos
para que caiga en alguna pregunta trampa, pero siempre sale airoso de las
mismas, por ejemplo.
—¿Cómo se pesa el humo de un cigarillo?... O esta otra.
—¿Cómo sabe el cuerpo los límites de la cama para no caerse?
Nunca responde rápidamente, para él esos segundos son ese tiempo
diferente que no se mide con los calendarios ni con los relojes, por ser el espacio íntimo y personal que hablas y buscas en tu cerebro las respuestas más
apropiadas a preguntas un tanto inadecuadas.
—Veréis —empieza a hablar con la misma delicadeza como coge los
cubiertos, para que me entendáis como un cirujano su bisturí— respecto a lo
primero no quiero extenderme, os sugiero que volváis a visionar el film Smoke...
¿Recordáis al estanquero de Brooklyn el señor Auggi?
Claro ninguno del resto tenemos ni idea de lo que hablaba, pero
la humildad no es precisamente el factor común de la peña, todos asentimos con
la cabeza, cómo si supiéramos de qué hablaba... ¡Faltaría más!.
—¿Y la otra pregunta? —Espetó alguien casi como un reto.
El Séneca, ¡Ah!... me olvidaba que además su nombre de pila es
el de un patricio romano, como no podía ser de otra manera. Pues bien, junta los
labios con extrema suavidad, mueve los dedos índice y pulgar haciendo pinza,
como si fuera a coger una tiza y apuntar con ella su respuesta en una pizarra.
Entonces esboza una amable sonrisa y contesta con una pregunta.
—Tienes razón, pero no contesto porque no conozco la respuesta.
Esa pregunta es cómo si yo en este foro, informal, lúdico, festivo, jovial y
hasta parrandero, preguntara con trascendencia ¿Qué es la política?
A partir de aquí, se armó el revuelo, como un gallinero. Todos
queríamos hablar, lo hacíamos precipitadamente, algunos imponiendo el tono, otros
con una inacabable y aburrida extensión
y los menos con sus batallitas. Todo ello como factor más importante que
el propio argumento, que en definitiva sería el que sustentara el razonamiento
de la respuesta. Además circulando por vías diferentes que lo único que importa
es llegar el primero imponiendo la velocidad, ignorando cualquier convergencia,
tapar al otro, en suma no escuchar.
También hay que decir, en honor a la verdad, que ese tono es
proporcional a las botellas de vino consumidas.
No cabe deciros que en este caso concreto sobre la política,
se habló desde los dinosaurios, pasando
por la edad de piedra mezclada con el racismo, la segunda guerra mundial, la
ETA, y el franquismo, por sintetizar.
Séneca permanecía en silencio, bueno ahora recuerdo que tampoco
os dije la edad que tiene. Pues está en esa edad dónde los relatos todavía no
se han convertido en batallitas. ¿Me entendéis?.
Al poco y algo agotados de los farragosos discursos, alguien dijo
—Y tú —señalando al Séneca— Estás muy callado, no dices nada con esa mirada lánguida ¿Qué piensas y qué respondes a tu pregunta?
Séneca alzó la cabeza, pero sin acritud ni soberbia, simplemente
para asegurarse que le escuchaban. Empezó a hablar como siempre, con palabras
atemperadas como un valle liso y sin dobleces.
—Bueno a decir verdad pensaba en la cama con una mujer bonita.
Pero os voy a contestar a lo que me empujas. —Dirigía su mirada al
interrogador— Aunque conocéis todos de sobras
mis ideas políticas, os diré que he llegado a la conclusión de que la política
es lo único que nadie confía en nadie, y todos dicen que saben hacerlo mejor
que el resto.
Todos nos pusimos a reír, más que nada para minimizar tan sabia
sentencia, que alguien dijera esto era sabio, pero no conveniente para nuestro
orgullo.
A aquello se le tenía que dar un giro.
—Oye lumbreras —dijo otro dirigiendo la pregunta hacia el
Séneca— Has dicho que pensabas en la cama. Anda, a ver si tienes cojones y nos
explicas tus pensamientos. Listillo, que eres un listillo.
La pregunta estaba envenenada, todos esperaban una respuesta un
tanto académica, si así fuera era momento de la remontada, en ese campo
pensamos que somos más diestros que él.
En realidad si os he de ser sinceros, todos y cada uno de
nosotros creemos ser los campeones en los temas de sexo. Como está mandado en
los tíos.
Planteado así parece que fuéramos todos contra uno, pero no era
así, el núcleo de la amistad esta siempre presidiendo la peña de los días
veneris, de modo que siempre suele acabar todo en empate técnico, celebrado con
simpatía y cordialidad. Y habitualmente brindando con cava ¡Por qué no
confesarlo!... ¡Coño!
Séneca intentaba recordar dónde había leído esa sentencia sobre
la política que gratuitamente se había otorgado, pero no lo conseguía. Pero
nadie le había acusado de plagio, así que todo estaba bien. Sobre lo de la cama
le gustó el reto y entendió la trampa, los tenía que sorprender.
—Bueno veréis la cama es ese lugar salvaje lleno de sorpresas e
imprevistos, con ese ambiente dulce pero a la vez tórrido, que está cargado de
flores exóticas y músicas de arpas celestiales —Aquí hizo una pausa. Observaba
las caras que reflejaban la alegría por constatar las cursiladas que estaba
diciendo, y que daban mucho juego para ponerlo en ridículo, pasaron unos
segundos y prosiguió— Dicho esto he de añadir que como elemento principal la
cama es el lugar donde follas y practicas la jodienda, desde la mayor cochinada
hasta la más sofisticada situación... –Volvió a hacer un alto, esta vez más
pequeño— pero sabéis que os digo que... ¡Viva la cama y viva las tías!...
desnudas mejor.
Todos nos partimos de risa, realmente el giro dado a su
discurso, había sido ágil, hábil e inteligente.
¿Entendéis porque se ha ganado el sobrenombre del Séneca?
Por cierto no he visto Smoke, ni tengo idea de que me
habla, pero yo a lo mío.