sábado, 13 de diciembre de 2014

CRÓNICA DE CAPITANES

                           CRÓNICA DE CAPITANES




                                                    PRÓLOGO


   Este diciembre de 2014, se comenta en los medios que los pantanos llegarán a su máximo nivel y se verán obligados a abrir compuertas. Quizás sea una premonición de cómo esta de revuelto el ambiente social, con tanto político inepto, y al final  todo se desplome entre los que quieren agarrarse al momio y no mover nada y los que desean lo contrario.
   Pero claro en momentos complicados es buen consejo tomar descanso y apartarse de los ambientes nublados, y así dar paso a un aire que despeje y  limpie mostrando nuevos horizontes y por supuesto renovadas energías.
   Discutiendo esto en la peña de los días veneris, ya sabéis esa que la forman personas de todas las edades, condiciones, e ideales, unidas por el simple y a la vez poderoso sentimiento de la amistad.
   Bueno a lo que iba, finalmente se decidió pasar un fin de semana apartados de todo el ruido ambiental del que os he hablado al principio, y además hacerlo como un regalo a nuestros hijos y nietos.
   Sucedió lo de siempre, decisiones entre capitanes; usualmente barco a la deriva. Quiero decir que dónde teníamos que proveernos de aceite no lo hubo y dónde sobraría la sal, por poco cocinamos sin ella. Esto como un pequeño ejemplo de la metáfora utilizada.
  Claro que yo soy el que menos puede hablar, estando de viaje solamente sufrí el bombardeo de whatsApp que tan aficionado es Manel, y que consiguió instalar en mi cerebro un enano tocando el tambor, que casi me vuelve tarumba.
  Aparte de estos detalles la organización de la impedimenta, la logística, la intendencia y el transporte, finalmente resultó aceptablemente meritoria.
   Para empezar os voy a mencionar los concurrentes al evento, más que nada para los no participantes en el mismo. Empezando primero por los más jóvenes.
  
   Mi nieta Lucía, seis años, avispada, se expresa muy bien hablando, no conoce la vergüenza (como su abuelo) y tiene cierta rebeldía. Digamos que se aproxima a la pelirroja Pippi Calzaslargas.
  
   Randal, preciosa hija de Manel, si sigue creciendo así pronto será jugadora de básquet, una jovencita sumamente cariñosa, espabilada y llena de curiosidad por las cosas, simplemente encantadora. Su complicidad con Lucía a la vez que la protege es notable, su encanto se asimila a la dulce Wendy de Peter Pan.

  Lara, de la misma edad que la anterior, una personalidad muy fuerte que esconde una gran sensibilidad, le gusta mandar, y es extremadamente interesante. Cuando habla sus racionamientos superiores a lo normal en su edad, llaman la atención. Digamos que tiene un aire de Lisa Simpson.
  
   Max el mayor, en esa edad que camina encima de la frontera de la pubertad, ese período lleno de incertidumbre que te llena la cara de granos. Es un chico como todos los púberes, vago por naturaleza que no tocó ni un plato. Pero es agradable ver como se desenvuelve ante los diversos escenarios que suscitó la excursión.  
  
   Hasta aquí los verdaderos protagonistas, pero vayamos por los comparsas que también cuentan. Naturalmente el narrador se acoge al privilegio de no opinar sobre si mismo, tan sólo debéis sumarlo como uno más al aforo.
   De todos ellos hablé en mi blog, pero conviene avivar la memoria, además nadie de los susodichos visita este blog.
     
   Víctor, el gallo en el gallinero, es decir protagonista caiga quien caiga y cueste lo que cueste, maquiavélico para conseguir ese fin. Es decir no importa reventar el diálogo fomentando provocación e inquina, suerte que de buen rollo.
   Lo que no sabe es que todos ya lo conocemos y pasamos de ello, pronto deberá cambiar de táctica, para mantener el protagonismo.
   Bueno el resumen es que donde criticaba que otros no ponían la cuarta velocidad, él se perdió y llegó tarde, y donde era el campeón del dominó no ganó ni una partida. Pero es justo decir que aparte de que su narcisismo quedó seriamente dañado, la verdad es que fue el alma de la escapada, y finalmente todos estuvimos contentos de que así fuera.
  
   Marisol, mujer encantadora de aquellas que enamoran, es cómo una mariposa que no hace ruido pero que no para de aletear para llevar el polen de flor en flor, o para que me entendáis de fogón en fogón. Difícilmente sin su abnegado trabajo, cariño y dedicación todo no hubiera salido tan bien.

   Ana, carácter sólido, dialogante y llena de complicidades con cada uno de nosotros, solamente una palabra; interesante, agradable, respetuosa y abnegada. Ni que decir tiene que el tandem de las dos féminas adultas, fue el soporte en la trastienda de todo el fin de semana
  
   Su esposo Pepe, bueno nosotros le llamamos Baeza. Aún no sé por qué utilizamos el patronímico, pero es así. El caso es que no pudo disimular la tirantez que le produjo la responsabilidad de sacarse de encima el slogan de paellero virtual, hasta que celebró la ceremonia de la paella que devino un verdadero éxito. Después mostró alivio como el que le sacan un grano del culo.
   Por lo demás pues ya se sabe, su crucigrama, sus juegos con las cartas, y sus batallitas. Como una contrapartida al peso del protagonista ya comentado de otros; dicho sea de paso.
  
   Manel haciendo gala de su generosidad, gracias a su tenacidad mantuvimos un fuego que aparte de calentarnos, llenó el ambiente de encanto. Se ha de tener en cuenta que todos somos urbanitas, así que la magia de vida que transmiten las ascuas con su movimiento constante, nos cautivó doblemente. Mantuvo en todo momento su cordialidad y servicio, sin dejar por ello de manifestar sus opiniones, a veces defendidas con pasión y firmeza. Es encantador observar como su vida la llena su hija, simplemente una palabra, admirable a la vez que envidiable.

  Bien es posible que pocos de los días veneris hayan leído hasta aquí. Se ha de saber que del grupo muy pocos por no decir casi ninguno suele leer, incluso alguno le cuesta leer el billete del autobús, pero ese es otro tema por otro lado corriente en nuestro país.
  Dicho esto, paso a la crónica propiamente dicha, dando así cumplimiento al encargo mandado a este narrador.


                                                  

1º Día                           ¡¡¡ POR FIN LLEGAMOS ¡¡¡



   ¿Sabes cuando te invitan al cine y la película es un tostón? De modo que te levantarías y te irías, pero tu respetuosa educación te mantiene aferrado a la silla, no sea que hicieras un feo al cicerone.
   Bueno seguro que lo sabes, así se debía sentir Ana cuando circulábamos por la carretera del Coll de Nargó, estrecha y que su trozo más recto es como el descansillo de mi escalera. Hablo de la carretera que llega a La Pobla de Lillet
   No es que fuera muy tarde pero estaba oscuro, claro que estamos en esa época dónde caen las hojas y es normal que la noche gane la partida.
   El caso es que no sabíamos si íbamos en la dirección correcta, así que paramos en un cruce, todo estaba solitario y solamente el ruido del fluir de las aguas del río Sallent rompía el mágico silencio.
   Entonces bajé del coche. ¡Qué gusto poder estirar las piernas! Quise orinar en el margen pero hacía tanto frío que no me encontraba la cosa, seguramente asustada y escondida para evitar asomarse al exterior, así que desistí del intento. Ya se sabe a los viejos nos suelen ocurrir estos episodios.
   Bueno, el caso es que cansados de tanto coche el asunto se empezaba a hacer largo.
   Primero Pepe, (bueno Baeza); como siempre vueltas y vueltas buscando la gasolinera más barata. De verdad voy a proponerlo para el Guines como el hombre que un día irá a repostar a Arabia Saudita, allí seguro que es más económico el combustible. Después ir a buscar a Max, y almorzar en plena calle, es decir maletero abierto, bocata de mortadela y todos en pie. Lástima que el bus turístico no pase por allí, el almuerzo gitano es una experiencia turística interesante. También lo es la vuelta por Cornellá para ir a recoger a Marisol, pero como ella es de esa población nos hizo esperar un buen rato, posiblemente para que pudiéramos contemplar con más detalle su ciudad.
  El caso es que por unas cosas u otras la salida fue casi tan difícil como la expedición del Paris-Dakar. Naturalmente si con sólo dos vehículos, el A y el B, se puede clasificar como expedición.
   El resto os lo podéis imaginar, cumpliendo con la obligación de criticar al ausente. De modo que la crítica del coche A sobre el coche B era   intensamente proporcional, a la máxima distancia entre el coche A y el B.
   ¿Lo habéis entendido?... ¿No?... pues yo tampoco, las mates no las domino. (Si es que haya algo que domine)
   Pero volvamos a lo que íbamos, sea de una u otra manera, buscando el camino de más curvas y las paradas más insospechadas, ya estamos en el Alt Urgell, y desorientados como ya os explique anteriormente.
   Ana alucinaba pero permanecía callada y amarrada a su silla, aquella película devenía un tostón, pero es lo que había..
   Como era oscuro vale la pena que por lo menos sepamos aquello que la oscuridad no nos dejó ver. La zona del Alt Urgell llena de monumentos románicos, la mayor parte de carácter religioso (iglesias, monasterios y ermitas), pero también obras civiles y militares que recorren la Vía Románica. Lo menciono sobre todo, para saber lo que dejábamos de ver por ser el entorno tan oscuro, no sea que algún listillo nos pregunte que vimos y quedemos como ignorantes.
  La realidad es que llegados a la magnífica casa e instalados, la preocupación general fue por el gin-and-tónic y la partida de dominó, este un tanto especial. ¡Ya empezábamos con las cosas raras!.
   ­—¿Qué es eso del doble nueve? –preguntó con extrañeza el amigo Baeza.
   Víctor no pudo por menos que mostrar una leve sonrisa de triunfo, ¿Cómo es que el hombre sabio en los juegos de envite y azar, ese que lo sabe todo le preguntaba eso? Era su momento de desquite, así que sonriendo de manera triunfal le explicó los entresijos de ese extraño dominó.
   Pero lo que no sabía es que Baeza preparaba su contra con el asunto del rollo de las tres fichas dobles ganan, y que tanto no hizo reír en las posteriores partidas. (La verdad es que finalmente nos revelamos y se anuló esa gilipollada de tres dobles ganan)
   Mientras esto ocurría las niñas disfrutaban haciendo expediciones por toda la casa, en fin descubriendo rincones y no parando de corretear por todos lados transmitiéndonos magia, encanto y alboroto.
   ¿Y qué hacía el resto aparte de beber y beber?. Pues; juegos de magia, cuentos, cocinar, leer, jugar, charlar, y ver cómo no paraba de llover y llover.
   Pero la gracia es que unos tíos que van buscando en la naturaleza, su encanto bucólico y todo eso, cuando llegan a ese lugar que llena tu espíritu de paz y te hace olvidar los líos sociales que hablaba en el prólogo, su máxima preocupación es si había cobertura suficiente en los móviles para poder ver el You Tube el google el WhatsApp o cualquiera de esas cosas, que nos tienen idiotizados a los urbanitas.
   Es justo señalar que para Manel los enchufes para conectar el cargador del móvil, es cómo descubrir petróleo.
   A pesar de todo se ha de reconocer que aún teniendo televisión estuvo apagada casi todo el tiempo, algo es algo.
   Pero todavía no sé que es peor, si eso o ver cómo lo listillos que somos todos, cada uno dando lecciones de la manera de encender el fuego con unos troncos mojados. Cómo si fuéramos unos Robinsones, valientes y héroes ante la madre naturaleza, sin pensar que todo lo máximo que solemos hacer es encender una cerilla para prender la cocina, y el que dispone de eléctrica ni eso. Pero ya se sabe lo que decía antes, capitanes son capitanes.
   En resumen esas clases magistrales de prender fuego nos llenaron de humo no sólo los pulmones, sino la ropa hasta la coronilla. Suerte que esta lid la llegó a salvar Manel de manera sobresaliente y constante. Se ganó merecidamente el título de  “Sir Manel de la orden de la pirolatría”
   Poca cosa más, sin dejarnos el sombrero de Víctor, de fieltro negro con copa pinchada y borde semicurvo, para entendernos; los que lleva Gary Cooper en Solo ante el peligro... ¿recuerdas?
   La cena copiosa, abundante y rica en anécdotas de todo tipo, incluso algunas serias y tensas, pero a la postre amenas y divertidas.
   Cayeron las cervezas, el güisqui, la ginebra y otras yerbas, como caen los rayos, poderosos y rápidos, pero ese centellón no llegó a quemar a nadie. O dicho de un modo más entendedor, el agua del río a pesar de ir cargado no desbordó a ninguno.
   Las niñas se durmieron tarde y Max nos ofreció una fallida caída de fichas de dominó, de esas que colocan mil tíos una detrás de otra formando una cadencia de derrumbe, hablo de esas que habéis visto alguna vez en la televisión las tardes del primero de enero.(por la mañana concierto, saltos de esquí; tardes billar y miscelánea)

   Bueno eso es todo por hoy y para empezar, ya veremos cómo sigue esta historia que de momento pinta bien, salvando la larga marcha hacia nuestro particular Dakar.
   Este cronista se despide atento a lo que mañana nos depare la jornada.


                                                    
   
 2º Día    
                  EN BUSCA DEL ACEITE PERDIDO Y OTRAS  HISTORIAS 


    Resultó el mundo al revés, los que chulearon de que se levantaban pronto se alzaron los últimos, y los que permanecieron callados los primeros.
   Estos primerizos nos prepararon un excelente bufete de desayuno, de esos de los hoteles, pero no de una hostería cualquiera sino de las de cuatro estrellas, como mínimo.
   (cafés, zumos, galletas, mermeladas, queso, embutidos, pastas, chocolates, ensaimada y sobrasada mallorquina, huevos, leche, tostadas, etc, etc)
   En un momento dado y al tiempo que Baeza ordenaba su escenario demudó el semblante al darse cuenta de que no tenía suficiente aceite para su paella. Hacía gracia verlo poseído de lo que se suele llamar el miedo escénico, no fuera que por esa nimiedad la función de la paella deviniera en fracaso.
  Así empezó la expedición en busca del aceite perdido.
  Dónde se tenía que salir a las nueve cayeron las horas como la canción de Sabina, las diez, las once, la una y la dos. Bueno no exageremos salimos pasadas las diez, ya se sabe, esperar a uno y a otro.
   El coche A (el de Víctor), nos demostró lo poderoso que es un vehículo de esos que usaban en la guerra, que llaman todo terreno, y que ahora utiliza todo Dios para ir a la oficina, no sea que la Diagonal se embarre y quedemos clavados. La realidad es que la exhibición de destreza conductora nos dejó pasmados a los que íbamos en la misión; el narrador, Manel, Marisol, y Lara que se mareó un poco. Pero es lo que tienen estas cosas, que se le va a hacer.
   Lo curioso sucedió en la Caixa del pueblo de Coll de Nargó, de apenas 600 habitantes.
   Fue después de visitar la iglesia de San Climent, un edificio románico de bóveda de cañón, construido en el año de 1171.
   —¿Qué sucede? —Pregunté a Manel al verlo cómo dirigía una mirada asesina hacia el cajero, sin embargo a este no parecía afectarle esa mirada, bien pensado hasta parecía que devolviera esa vidriosa mirada con cierta sorna... ¿O quizás era mi imaginación?.
   —Mi tarjeta, no ves que el muy cabrón se la ha tragado. ¿Y ahora qué? ­—señalaba con ira al dichoso cajero.
   Evito transcribir los tacos que ambos dirigimos, hacia el cajero, las paredes, el techo,  en suma hacia el éter, al tiempo que alzábamos los brazos y pateábamos el suelo. Repito evito trasladar el idioma no sea que el lector tildara de grosera la crónica de la jornada.
   Al tiempo que sucedía esto un poco más arriba y al final de la calle, se entablaba un episodio de difícil definición. Podía ser ¿Una supina gilipollez?, ¿Una alteración del orden público?, ¿Una búsqueda de heroísmo?, o ¿quizás de protagonismo? Seguramente ninguna de estas cosas, en cualquier caso vosotros ya le daréis título, después de que os explique ese divertido suceso.
   Pero antes es preciso perfilar con más detalle los protagonistas del evento, un gilipollas de pueblo y Víctor.
   El primero seguramente ni era nacido en la propia localidad. De mediana edad, aspecto chulesco, una de aquellas personas de la seriedad del burro. Si del burro, ya sabéis aquellos que no saben que no es más caro estar sonriente que estar serio ante la vida. A estos los llamo la seriedad del burro.
   El otro partenaire ya lo conocéis, pero no estará de más perfilarlo un poquito más. De mediana edad con una abundante cabellera que le monta por encima de las orejas, el pelo pintado con mechones blanquecinos tirando a grises. Si recordáis el peinado de Richard Gare en el film de Bretty Woman os daréis una idea más exacta. Ya os expliqué que su narcisismo le da la fuerza para querer siempre ser el protagonista de la historia, y sin duda lo fue.
  El asunto es breve y simple, una sencilla pregunta desde el coche, solamente queríamos saber dónde comprar aceite, Dimos con la persona equivocada, (el gilipollas mencionado), que con mala educación contestó que allí no había aceite y siguió su camino sin apenas pararse. ¡Qué cosa tan tonta y habitual, sencilla y sin complicación!. Pero claro el protagonismo es el protagonismo y crear provocación es lo suyo, como ya os dije en el prólogo.
   Entró en cólera y llenó el pequeño habitáculo del coche de improperios y proyectos vengativos contra ese imprestable individuo... que le cantaría las cuarenta, que se iba a enterar, y cosas así. A mí me recordó a San Jorge prometiendo matar al dragón que para algo él era un héroe.
   Sucedió lo que sucedió, unas personas amables nos indicaron que reculando encontraríamos la tienda que posiblemente tuvieran el aceite buscado.
   Y así fue, de modo que quiso la casualidad que el autor de la enrabiada se volviera a cruzar en el camino. Claro ante esta circunstancia Víctor no pudo por menos que aguantar el tipo, no fuera que superman se rajara antes de sacar el niño de la vía de ese tren que llegaba toda velocidad, y la heroicidad se convirtiera en ridículo.
   Se armó el lío, pequeño es verdad, pero lío a fin de cuentas, dando así cumplimiento a su orgullo de héroe.
   Pero claro ante la falta de aplausos por parte del resto de nosotros, que pensábamos que a un gilipollas se le ha de tratar como lo que es, un solemne gilipollas, es decir no hacerle ni caso. Pues claro eso no podía acabar así.
   De modo que lo curioso no fue el episodio en sí, sino después con la paliza que nos dio al rato siguiente exponiendo sus batallas de heroicidades pasadas, y de la sucedida momentos antes, combinado todo ello con la crítica sobre el gobierno, el naciente partido político de Podemos, la insensatez de los independentistas, la crisis monetaria, la salida del euro, y los sables como nunca solución a todo ello.
   Y para acabar, era como si ese individuo le hubiera encendido la mecha hacia una bomba de relojería que estallaba en su interior vomitando una lava de bilis y mala leche. Claro que en el fondo, todo hay que decirlo salpicada de dosis de buen humor.
   O quizás es que dándose cuenta de la nimiedad el asunto elevado a categoría era una solemne tontería, o yo que sé, alguna otra cosa... ¿Quién lo podía saber?... o es que quizás este cronista nada sabe.
   Finalmente nos reímos mucho con ese incidente.
   No olvidemos a Manel estupefacto ante el cajero, pero todo quedó en un ¡Ay!. Puesto que al cabo de un buen rato el estúpido cajero vomitó la tarjeta, resultaba que estaba inoperante. Pero también hay que decir que este hombre se pasa la vida en los cajeros, y estos hasta le dan los buenos días.
   Pero a lo que íbamos, el dichoso aceite después de recorrer más kilómetros, conocer gente amable, visitar el mercadillo de los sábados, nos hicimos con él. Antes de volver un servidor se paró delante de un puesto que tenían cencerros de latón, mi curiosidad hacia el lenguaje, me llevó a hacerle una pregunta con la idea de saber cómo denominan en esa región a esas esquilas, changarras, zumbas, campanos, cencerillos, arrancaderas, trucos, carlancas, (ojo no penséis que se mucho, lo he copiado de los sinónimos ¿Eh?).
   Me dirigí hacia el puesto, un hombre enjuto sin duda de campo a juzgar por su piel quemada por el sol y sus rudas manos de gruesos y ásperos dedos.
   —Buenos días, ¿Cómo se llama esto? —Señalaba un cencerro de gran tamaño, en mi vida había visto uno tan enorme.
   Casi sin dirigirme la mirada contestó secamente.
   —175 euros.
   Nosotros nos pusimos inmediatamente a reír, definitivamente ¿Quién nos había engañado diciendo que la gente del campo, imbuida por lo bucólico tiene un sentido romántico del dinero?
   Resumiendo os diré que estos pequeños episodios divertidos, es la salsa que adereza y da el punto, de manera que provoca que nos  conozcamos más y afiance la amistad.
   Pero con todo esto, hemos dejado de saber que sucedía en la casa que dejamos atrás y que esperaba con impaciencia el aceite.
   Baeza en plena preparación para el estreno se notaban los nervios escénicos en sus movimientos, rítmicos y programados. Aquello era un espectáculo digno de la mejor de las funciones, tenía que salir bien.
  La paellera enorme, el trípode de gas, la colección de platos con los condimentos, carne troceada, crustáceos, almejas, mejillones, arroz, pimienta, sal, y así un reguero de cosas dispuestas como los instrumentos de un cirujano en un quirófano, o si se prefiere como las herramientas en un box de fórmula uno, todo en su sitio y a punto.
   Cocinaba con un ritual concreto y programado, magnífico contemplarlo sobre todo para un lerdo culinario como yo. Quizás faltó una ópera cómo música de fondo, por ejemplo algo de Rosinni y su Barbero de Sevilla.
   No faltó la discusión eterna en el género masculino, que si la paella de pescado, que si de carne, que si yo le pongo esto, el otro que si aquello. Todos se otorgan la medalla de oro de las olimpiadas paelleras.
  El resultado final fue que el metal dorado sin lugar a dudas se le colgó al cocinero, que dejó el título de paellero virtual, que ahora pasaba a Manel.
  ¡Dios nos coja confesados con el afable Manel! El día que organice toda la parafernalia e impedimenta que veo se necesita para una paella de medalla de oro. Yo me voy a Australia no sea que vuelva a instalarme tambores en mi cerebro con su WhatsApp.
  El rostro de Baeza descargó toda su tensión al caer el telón y recibir los aplausos. ¡Menudo show! Es más fácil preparar un bólido fórmula uno que esa paella.¡Increíble!
  Pero dicho esto y después de una buena siesta, no olvidemos a los verdaderos protagonistas, las niñas.
   Randal y Lucía nos obsequiaron con un número de equilibristas, sin romperse la cabeza, También nos dejaron las camas llenas de sorpresas, colchas revueltas y travesuras así. También las expediciones nocturnas saltando por la ventana de su cuarto, (pero ojo eso es un secreto)
   Lara pues que deciros, como detalle se come el queso con pasión y deleite, le gustan los juegos en especial los complicados y además sabe escoger con detalle los rincones donde esconderse cuando juega al escondite.

   Y por hoy este cuento se ha acabado, además escribiendo esto he descuido el fuego, o sea que adiós no sea que se me apague y acabe haciendo el ridículo.




                     

Día 3º                    ESTA FIESTA SE HA ACABADO
  


   Todos nos levantamos tarde, el fuego se tuvo que reanimar. Fuera lluvia y más lluvia.
   Un grupo reducido entre los que estaba este cronista salió con las niñas y los paraguas a pasear. Lara avistó un jabalí que luego resultó que estaba con su cría más pequeña, visitamos otra casa rural, hicimos fotos, volvimos a ver alguna pequeña águila y poca cosa más, como arreciaba la lluvia se hizo necesaria una retirada hacia la casa.
   La mañana transcurrió con juegos, lectura, escuchar música, en un ambiente relajante, paree que finalmente los urbanitas empezábamos a contagiarnos de la paz rural.
   La algarabía de las niñas con sus juegos se incrustó de tal modo en el ambiente, que formó un todo de manera que ya ni notábamos la notable chacarrachaca.
   Tuvimos la visita del propietario de la casa, un hombre simpático y de conversación agradable que nos puso al corriente de las condiciones predominantes del tiempo en la comarca, entre otras cosas.
   Nos pusimos ciegos con un vermouth excelente que nos privó de comer la parrillada de carne que hicimos en la chimenea con una buena lumbre. Claro que Max se comió toda la carne comible y suerte que no había ninguna vaca cerca, porque sino también se la come, y eso sin haber dado palo al agua. ¡Juventud divino tesoro!... pero lo que se dice,  que antes de invitarle a comer le regalo un traje.
   Las niñas hicieron un pastel dirigidas por Randal, que resultó buenísimo.
   Tocaba retirada, así que poco a poco se fue desmontando el campamento, igual que los indios en las películas que cuando desmontan queda todo como antes, limpio y saneado.
   La vuelta resultó un tanto curiosa, el coche A ( Víctor) se perdió por lo que el coche B (Baeza) llegó media hora antes, con lo cual se demuestra que más vale maña que fuerza, para que me entendáis... ¿Sabéis el cuento de la liebre y la tortuga? ....

   Y hablando de cuentos este se ha acabado, deseando guste a ustedes esta sencilla crónica del agradable fin de semana

   AGRADECIMIENTOS

   A Anna y Marisol, sin su paciencia con los hombres y su delicadeza con las criaturas, consiguieron que todo transcurriera con una cadencia como de melodía suave que sin notarla sabes que está sonando.
   A Víctor sin su organización, todo el tinglado no hubiera sido posible. Su ayuda en todo y su amabilidad digna de mención.
   A Baeza por su formidable paella, sus batallitas siempre agradables y de las que siempre se aprende algo.
   A Manel, por su entrega desinteresada para cualquier asunto, por haber mantenido no solamente el fuego en la chimenea, sino el fuego de la amistad en nuestros corazones.
   A las criaturas, verdaderos protagonistas de la película.
   A Randal que con su sempiterna sonrisa y su comportamiento, y por cuidarse de Lucía.
   A Lara por compartir y proponer sus juegos, por comerse todo el queso.
   A Lucía por sus inocentes pillerías, por mostrar sin vergüenza su inacabable conversación, y al final por portarse bien, excepto con su abuelo (Claro)
   Finalmente a Max que alternaba la caída hacia los mayores o hacia las niñas, según se terciaba.
 A todos ustedes mis gracias por haber conseguido hacerme pasar unos ratos agradables.