jueves, 27 de marzo de 2014

LA SECRETARIA Y SU JEFE

                                   LA SECRETARIA Y SU JEFE

     Los días se deslizaban formando poco a poco de manera sutil e invisible un armazón de tela de araña que hacía que los ratos que pasaban se empezaran a cargar de matices íntimos de una manera natural, donde el lenguaje de las miradas formaban un código de cosas no dichas pero que denotaban una mutua atracción, que ambos disimulaban haciendo ver que lo ignoraban.
   Así de esta manera todas esas sensaciones de bienestar, de risas, de sorpresas, en suma de trenes que salen circulando por vías inesperadas y novedosas se instalaban en su cerebro, llenándola de dudas ante lo inesperado.
   Ahora la relación con su novio le parecía diferente, como un juguete comparándola con lo que estaba viviendo, pero no podía romper ese juguete que era el único futuro posible, lo otro era humo que podía desvanecerse o que quizás sólo estaba en su imaginación.
   Lo más delicado era por las noches cuando en la soledad de su habitación su cerebro se llenaba de silencios que reventaban en preguntas, intentando adivinar todo el lenguaje de mensajes expresado con los gestos, que la llenaban de sensaciones singulares, nunca experimentadas con su novio.

   Parecía como si la vida se detuviera cuando estaba a su lado, en esos breves momentos que no por ser efímeros eran menos intensos. Entonces adivinaba que su futuro sin su jefe sería compartir una vida sacrificada a convenciones tradicionales construida con una bonita fachada pero hueca por dentro. Quizás su destino era dejar pasar ese gran amor aceptando que eso sólo pasa una vez por la estación del corazón y si lo dejas pasar se adentra en el túnel oscuro que conduce al olvido.

viernes, 21 de marzo de 2014

UN GRAN EGOISMO

                   
             UNA DE LAS MÁXIMAS EXPRESIONES DE EGOÍSMO

   Cuando un pintor se pone delante de una tela, un escritor ante los folios, o un escultor ante la piedra, desean transmitir sobre una tela, un libro o una escultura, una idea, un sentimiento, una historia o simplemente el deleite de una cosa bien hecha. Y esto se puede trasladar a todas las disciplinas.
   Eso es verdad en casi todos los casos, pero es mentira afirmar que muchos artistas sólo crean para guardar sus obras en almacenes oscuros y olvidados, o que las cuartillas escritas sean para guardarse en el cajón de la mesa de autor.
   Casi todos crean para que su obra vea la luz, aparte de intentar algún beneficio material.
   Es por ello que no entiendo algunos coleccionistas que van en contra de esos principios, siendo unos amantes de las artes.
   Me refiero a los que encargan el robo de obras de arte públicas de gran valor artístico.
   Esas obras hoy en día están catalogadas y por tanto perfectamente identificables, la cual cosa obliga al tenedor último a mantenerla para su único disfrute. Ni siquiera poder sentirse orgulloso de su posesión delante de nadie sin correr el riesgo de ser descubiertos, tampoco para obtener beneficios económicos ni para ellos, ni sus sucesores.
   En definitiva se obligan a mantenerlas ocultas, privándonos a todos poder disfrutar de esas obras de arte antes públicas y ahora desaparecidas.
   Estas personas están demostrando una de las máximas expresiones del egoísmo humano.

jueves, 13 de marzo de 2014

ESPERANDO EN EL AEROPUERTO

                             
             ESPERANDO EN EL AEROPUERTO       

 



   No paraba de mirar el reloj, parecía que las horas se habían convertido en tortugas, despacio, despacio. Era cómo si ese reloj dejara de ser un objeto vintage para convertirse en antigüedad.
   Pero su mente era una liebre, saltaba y saltaba uniendo los recuerdos de momentos vividos hasta formar un gran lazo que le permitiera unir la distancia, al otro lado del atlántico.
   Sin embargo lo único real era los minutos vividos, aquellos que sustentaban el presente y que conformaban sus deseos de amar, eso era todo, así de simple, así de sencillo, amar y ser amado, nada más.
    Otra vez el reloj, las manecillas llenas de pereza que no consiguen parar el ansia por embarcar a bordo. ¡Ojala pudiera volar como un pájaro¡ 
   ¿Volando? Sí como un albatros que asciende y asciende para bajar en círculos mientras otea el lejano horizonte, aquella otra orilla unida por el lazo construido con los recuerdos vividos.
   Entonces el deseo de los abrazos, de la piel con la piel, los labios con los labios, las manos con las manos, las suaves caricias que levantan vibraciones, eso está al otro lado; pensando en ello toma fuerzas, aletea las alas y coge velocidad aprovechando las rachas de viento.
   Cuando se gira el sol ilumina su blanco cuerpo pintándolo con una púrpura dorada, es la luz del atardecer, entonces huele a sal, nota en sus alas el viento, reemprende el vuelo, ve el horizonte, detrás está la otra orilla.

   Se nota nuevo, renovado, ya no importa el reloj convertido en tortuga, porque ahora las tortugas tienen alas y acompañan al albatros que abre el pico lanzando cantos de alegría.