LA
LISTA
Disfrutaba de aquellas delicias culinarias. Sabores de pescado mezclado con salsas agridulces. Platillos bien presentados,
y aunque no estaba seguro de lo que comía, la combinación de sabores fluía como
una melodía suave y agradable.
De tanto en tanto miraba por el rabillo del
ojo a su amigo que estaba sentado a su lado, y entonces le llegaban recuerdos
de esa amistad siempre presente en sus vidas, en un tiempo que se difundía en
sus infancias.
El restaurante Sushi Yoshitake a pesar de notarse un aroma a rosas, no
conseguía disimular un tenue olor, mezcla de salsa de soja con fritos de
plancha.
El bullicio del céntrico barrio de Chuôko de Tokio, quedaba amortiguado por el dulce sonido de flauta de la música Hougaku.
Una luz tenue acababa de propiciar el ambiente justo para relajarse.
Al llegar aquellos platos de postres
luminosos, no pudo por menos que notar un nudo en su garganta, como si
microscópicos japoneses clavaran sus piquetas en la tráquea para escalar por
ella.
Aquello era el último deseo de la lista,
que cuando quedaron viudos hicieron conjuntamente. Todas aquellas cosas que la
vida cotidiana nos obliga a dejar aparcadas para un futuro, pero que este nunca
llega y se abandona el mundo sin haberlas realizado.
El final del rol; Un típico banquete
japonés, en Japón y sobre todo en un restaurante con estrellas Michelín.
Por encima del listado quedaban tachados
muchos propósitos ya realizados; llegar
a Canarias en velero, visitar el Kalahari o saltar en paracaídas, entre
otros.
Sus caras iluminadas por pequeños destellos
que saltaban desde aquellas bengalas que adornaban los postres, acompañaban su
gesto de alegría por haber conseguido culminar con éxito todos y cada uno de
los objetivos.
En ese empeño, con los electrodos de la aventura, la risa, los riesgos, el asombro, la alegría de la conquista, soldaron todavía más los lazos de su amistad.
En ese empeño, con los electrodos de la aventura, la risa, los riesgos, el asombro, la alegría de la conquista, soldaron todavía más los lazos de su amistad.