TIEMPO DEL ADIÓS
Tiempo para esa
mirada interior que nos llena de un fluir que nos va llevando hacia ese espacio
de silencios.
Tiempo sereno
lleno de segundos, como un poema que mana desde la interioridad del alma.
Tiempo para acrisolar la intimidad de
sentirse amado al tiempo que se ama.
Tiempo justo
para preguntarle a la madrugada, a los árboles, a las piedras, al cielo, a las
nubes, al mar, seguramente en ellos encuentres las repuestas a tus preguntas.
¿Qué nos está
pasando? —Preguntó ella arrastrando las palabras, con un cierto pudor.
Aquel atardecer
traía un aire caliente, olía a yodo y la luz todavía era blanca. La brisa había
dejado un cielo azulado, limpio y luminoso a la vez. El mar estaba liso como la
superficie de un espejo.
Era el día del
adiós.
Nuestras manos
entrelazadas, caminábamos con cuidado por ese camino estrecho que bordea la
orilla, buscábamos en nuestro silencio respuesta a esa pregunta.
El camino al
principio estaba alquitranado, pero lentamente la tierra lo había invadido
convirtiéndolo en un veril estrecho, formado por piedras llenas de grietas por
donde crecía la hierba.
A nuestra
derecha las olas lamían las rocas, en su ir y venir arrastraban como brillante purpurina dorada, apenas un golpe seco y sordo. En dónde no había rocas se
formaba una espuma blanca, que al retirarse sonaba como si se vertiera gaseosa
desde lo alto.
—No sé la
respuesta, sólo deseo amar y ser amado —Contesté apretándole la mano, mi
corazón parecía que estuviera tocando el tambor.
—¿Cuándo te
volveré a ver? —Preguntó ella, aún sabiendo que esa pregunta no tenía
respuesta.
Al día
siguiente yo partía hacia el frente de Kosovo.
—Pronto
Ninguno de los
dos hacíamos nada para finalizar el abrazo, bien al contrario nos apretábamos,
cómo sin nos quisiéramos fundir en una persona.
Al fondo se
veía la ancha bahía y en medio un pequeño islote.
Ella aflojó el
abrazo y señaló hacia el horizonte.
Esa mirada
interior ha permanecido en mi todo este tiempo de hospital, y cuando miro el
mar me reconforta saber que alguien me espera en la otra orilla.
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